domingo, 14 de junio de 2020

Broma Macabra


Días atrás me encontré con las imágenes de una producción fotográfica (de la revista Sábado Show, perteneciente al diario El País), en las que el periodista Nacho Álvarez aparece disfrazado del Joker, más precisamente la versión encarnada por Joaquin Phoenix en la película de 2019. Ver esto me generó bastante rechazo. En principio lo asocie a lo bizarro y paupérrimo que considero el desdoble que hacen muchas periodistas y comunicadores con el fin de permanecer debajo de los reflectores. Pero además de eso, identifique en mí cierto sentimiento de expropiación que me inquietaba. ¿Por qué expropiación? Desde chico me ha gustado leer cómics de superhéroes, así como las películas de ese subgénero. Entre mis favoritos siempre han estado los cómics, series y películas de Batman; Y cuando uno es fanático de Batman, es fanático del rico universo que componen sus villanos, entre los cuales el Joker tiene un lugar de privilegio. Más cerca de comprender lo que me pasaba, deduje que estaba presenciando como un producto artístico relevante en mi vida era manoseado por una persona por la cual no siento ni la mínima afinidad, por decirlo de alguna manera.

No contento con esta conclusión a la que llegue seguí pensando acerca del Joker y como se lo estaba utilizando en la producción fotográfica ¿Qué mensaje se quería dar al elegir a este personaje? Está claro que el Joker está de moda, y ya desde hace un tiempo gracias a la representación de Joaquin Phoenix ha alcanzado mayor estatus y exposición. Además de esto, supongo que quisieron asociar la imagen de Nacho Álvarez con algunos aspectos propios del personaje, la irreverencia, la provocación, la tendencia a atacar las estructuras y lo instituido. Básicamente creo que intentan vendernos (de una manera cool) a Nacho Álvarez como un rebelde que desafía al poder. Un antisistema.

Está claro que no considero que Nacho Álvarez sea un rebelde; pero pienso que su imagen disfrazado como el príncipe payaso del crimen no solo es representativa de lo que es el como figura pública, sino que es representativa de todo el actual gobierno y sus aliados. Explicar esto último demanda profundizar y trascender un poco el trato superficial que ha tenido la némesis de Batman en el marco de la producción fotográfica que estamos analizando. El Joker ha tenido infinitas versiones (esto hace imposible delimitar al personaje en forma definitiva) pero la última versión cinematográfica del personaje ha logrado conectar con los aspectos más complejos e interesantes de todas las expresiones anteriores. La película retrata el viaje del villano. Como una víctima puede transformarse en ese monstruoso victimario portador de una violencia irrefrenable. 

Es fundamental entender que, la visualización de esta trayectoria no busca justificar las acciones que Artur Fleck (este es el nombre del Joker en la Película) termina ejerciendo; sino que atribuye la responsabilidad del desenlace no solo al individuo sino al contexto que lo rodea. Por lo tanto, el Joker no es una figura antisistema, es un producto del sistema. Es la consecuencia de la legitimación e instalación de la desigualdad, la verticalidad, la violencia proveniente del uso del poder en forma arbitraria. De la vulneración cotidiana y reinante en un sistema indiferente carente de mecanismos de protección. Es así que el Joker es la expresión de la gran ironía que revela que, el capitalismo, esa máquina de sueños donde todos somos libres para alcanzar nuestras metas sin más límites que los de nuestras capacidades, es también una máquina de picar carne donde la vida puede llegar a no valer nada.

Creo que el personaje busca transmitir que, aunque en la superficie el mal se exprese como una trágica casualidad. Una anárquica explosión que aparece en forma aleatoria para amenazar la norma; Esto es solo una máscara para ocultar que en realidad la maldad es la norma.

Esta gran Ironía, esta gran broma macabra se expresa constantemente en nuestra vida cotidiana y nos toca como individuos y como colectivos. 

Por eso cuando veo a Nacho Álvarez intentar mostrarse como un rebelde desacartonado y no como lo que es, un conservador reaccionario, me parece un mal chiste. Como las bromas macabras que el Joker despliega. Es por esta razón que el traje de Joker le calza bien no solo a él sino a toda el ala conservadora que hoy nos gobierna ¿Porque acaso un presidente que se define como defensor de las libertades individuales pero que luego atenta contra la posibilidad de las mujeres de decidir sobre su cuerpo no es una broma? Así como lo es un ministro comparando los feminicidios con el abigeato. ¿No es absurda la imagen de un militar llamando peones serviles a parte del sistema político, cuando la base del funcionamiento de los dispositivos militares depende de la ejecución incuestionable de la verticalidad de los mandos?

Por suerte el arte es arte. Y sea producto de una despiadada industria como Hollywood o de una trinchera propagandística de la derecha uruguaya, como es el diario El País; Siempre será un terreno fértil para la resignificación, la intervención y la transformación que no se nos podrá arrebatar.





  

domingo, 29 de marzo de 2020

Guerra simbólica del fascismo

Los fascistas consideran que la guerra es el estado donde los humanos somos capaces de alcanzar nuestra mejor expresión. Sostienen que en el estado de guerra se forjan valores y aptitudes específicas que enaltecen al grueso de la población. Por eso el fascista en todas las dimensiones de la vida se basa en la lógica de la guerra.

Los nazis y fascistas fueron derrotados en la segunda guerra, pero además de eficientes arquetipos de villano para las películas de James Bond e Indiana Jones, estos regímenes populistas totalitarios han dejado mecanismos más de una vez utilizados por distintos gobiernos a lo largo de la historia. La actual crisis generada por la propagación de virus Covid-19, genera un escenario más que propicio para el despliegue de estos mecanismos. Muchos gobiernos del continente le han vendido al pueblo distintas guerras (contra el narcotráfico, la guerrilla, la delincuencia, los inmigrantes, etc) para asegurar su gobernabilidad. Por eso no es raro que afrontar la pandemia sea automáticamente definido como una guerra.

Los gobiernos con rasgos fascistas siguiendo la lógica antes explicada, optan por afrontar cualquier crisis como si de una guerra se tratase. Existe un enemigo externo y la nación deberá dejar de lado sus diferencias para derrotarlo. La victoria se torna un fin superior, y alcanzar este fin demanda respetar la cadena de mando sin excepción. Está verticalidad monolítica (la unidad nacional) se convierte en una máquina de guerra que no puede detenerse a contemplar los intereses puntuales. Aunque estos intereses sean de las minorías o los históricamente postergados. Incluso las bajas provenientes de estos sectores serán clasificadas como daño colateral, un sacrificio que estamos dispuestos a pagar.

Cómo la política es el campo donde las voces de estos sectores postergados pueden encontrar resonancia, cualquier intento de "hacer política" será condenado. Se lo señalará como un acto mezquino, egoísta, oportunista que nos aleja de ese fin superior, derrotar al enemigo. Convenientemente, en forma legítima el gobierno podrá aplicar criterios unilateralmente minimizando la resistencia de los intereses que contrastan con los suyos.Paradójicamente este sistema se embandera en el bien popular para descartar e invisibilizar los intereses subalternos. 

Pero ¿cómo un orden vertical que beneficia a las minorías que gobiernan es sosteniendo por todos? Existen muchos elementos que explican esto, pero sin duda uno de los principales es la recompensa moral. 

Siempre con la ayuda de los medios de comunicación masivos (No hay totalitarismo sin medios de comunicación que respalden) se construye un discurso que le otorga un tinte épico y romántico al resistir del pueblo.Este relato se sostiene sobre imaginarios ya establecidos y arraigados, de carácter básicamente chovinista; Ejemplo, "Somos un pueblo solidario" "Somos un pueblo de conciencia cívica". Se parte de estos mitos para generar un arenga constante que hace de cada medida unilateral tomada por el gobierno una batalla ganada contra el enemigo. En este escenario de lo simbólico el trabajador que se ve obligado a trabajar en medio de un pandemia es definido como "El laburante que sale a ganarse el mango" a quien el gobierno no perjudicará prohibiendole circular. Se transmite en directo el aplauso en honor a los médicos, pero el gobierno no aplica las medidas que estos recomiendan. Se abren cuentas para que la población colabore solo para reforzar el sentido de pertenencia y lealtad hacia a la búsqueda del fin superior. En resumen se apela a aspectos que cobran fuerza más desde lo emotivo que desde racional. Más que acciones concretas que modifiquen la realidad se genera una construcción discursiva desde la que nos regocijamos por lo solidarios que somos y de lo dignos que nos hace el sacrificio diario de la lucha, esta es la recompensa moral. Cuando aplaudimos en el balcón, no aplaudimos a los médicos nos aplaudimos a nosotros mismos.

Quizás la alternativa es, como algunos intelectuales lo sugieren,  ver esta crisis no como una guerra sino como una revolución. Re valorando los vínculos y dimensionando qué peso tiene el consumo por el consumo en nuestras vidas. Lograr que nuestros movimientos colectivos se originen por el sentido de comunidad, la empatía y no por un sentido de supervivencia maquillado con un poco de patriotismo y marketing.

Escrito por Federico Gasañol.

jueves, 12 de marzo de 2020

In-Seguridad

El pueblo lo pedía... Humo policial. En un marco general de vuelta a los años 90, vuelve la policía a transitar las calles con aire triunfal. Apenas en 11 días se llenó de denuncias el instituto de derechos humanos. ¿Qué pensabas vos que iba a pasar? Lo que pasó siempre supongo... ¿o no? Milicos envalentonados, de pesados, pidiéndole la cédula y maltratando adolescentes, especialmente en la periferia de la ciudad, especialmente en las clases bajas, especialmente si sos medio negrito. Si miramos la ley 18315, vemos que no es que puedan ir pidiendo identificaciones por qué si...¿entonces? Están de listos. De todos modos creo que este accionar violentos va a funcionar espaciadamente en el tiempo, en especial, para tapar con humo otras cosas más turbias que pasan por detrás. Van once días de gobierno; tarifazos, reducciones de beneficios y palo. Y viene mucho más...
¿Vos qué te pensaste?
Ayer volvía del centro hacia la periferia de montevideo. Hace unos meses volvía tranquilo. Ahora venía mirando hacia los costados y con la música baja en los auriculares...Mirá si me llama algún agente y no lo escucho... se agrava la situación.  ¿ y a vos... quién te cuida de la policía? Hubo agentes diciendo “se acabó el recreo” la frase del infame de Manini... señor policía, no se olvide que usted es un trabajador como yo, que las tarifas las paga, que la inflación venidera lo va a afectar...señor policía no se olvide de quien fue que le subió el salario, quien le dió herramientas. El partido no es usted contra los pichis, usted es un pichi herramienta de un oligarca que lo pone en contra de su misma gente. Vos y yo somos pichis, no te olvides. La inseguridad que desestabiliza es la de la inequidad en el reparto  que generan los de guante blanco. Esa es la importante. Tenemos que corregir si la de los pibes marginados hijos de la segmentación social económica de tiempos pasados, del cemento jalado, de la pasta base y de varios problemas de carácter antropológico social (y sabemos quien trajo la pasta y cómo se fomentó el consumo de cemento...¿o no?) (este blog es punto suspensivo friendly, hay que volver a los orígenes) (ah, digresivo también). Eso hay que arreglarlo. ¿Pero los de guantes blancos no generan inseguridad? No directamente, no se meten directamente con mi pertenencias físicas ni conmigo físicamente...pero sostienen todo el otro tipo de inseguridad con desequilibrio y violencia simbólica. Encima van y mandan a trabajadores a reprimir trabajadores. Y algunos trabajadores se piensan que son más que otros trabajadores. Y eso que se piensan que son más encima tienen el monopolio del uso de la fuerza. ¿A eso le llamas seguridad?
Humo policial. Algunos trabajadores se comieron la pastilla mediática

martes, 3 de marzo de 2020

Ser (Oposición)

En casi toda la historia del uruguay ser de izquierda fue equivalente a ser de oposición.
Desde 1971 con la creación del Frente Amplio (la herramienta de los trabajadores y estudiantes orientales) vivimos 34 años siendo oposición, de los cuales doce fueron en la clandestinidad a causa del gobierno de facto. En algunos momentos tuvimos más luces que en otros, pero en general, se logró transitar y consolidar un accionar bastante homogéneo de acciones-protesta-propuesta-ideas.
El papel de oposición nos quedaba bien y lo ejecutábamos de memoria. Es un papel-en retrospectiva- más sencillo, hasta en ocasiones divertido.
Todo cambió en el 2004 cuando el pueblo oriental decidió cambiar la historia y por primera vez, llegó al poder una coalición de izquierda.
Estar del otro lado quizás no fue tan fácil como se pensaba, hubo aciertos y desaciertos, hubo victorias populares, estancamientos, pifias y también deudas...nos faltó ir más a la izquierda.
Teniendo en cuenta lo anterior a modo de introducción, hace quince años no ocupamos ese rol de oposición en el gobierno nacional. Esto a priori no presentaría ningún problema, la tendencia sería retomar modos de acción similares a los utilizados previo a la victoria del 2004.
En este punto es que creo que es válido preguntarse ¿vivimos en el mismo mundo que el 2004?
Automáticamente la respuesta es: NO. 
Ni de cerca.
La vertiginosidad hipermoderna tomó dimensiones no vistas hasta el momento. Redes sociales, smartphones, aplicaciones; una aldea global de comunicación total. 
Es ahí que empiezo a cuestionarme la delicadeza de todo lo que se haga y la exposición que ello va a tener: lo dicho , lo actuado, etc puede ser grabado, puede ser exagerado, puede ser trucado.
Posverdad
Entonces... ¿qué debemos hacer?
La respuesta es simple: no lo sé.
En primer lugar, habría que comenzar un proceso de revisión de los modos de protesta. No tengo nada en contra de las modalidades tradicionales; vamos a salir a la calle y la militancia no va a claudicar. Pero también hay que buscar maneras de protestas más finas que eviten que se utilicen nuestras palabras o actos en contra.
Ir al Círculo militar a protestar contra posibles cosas que aún no se hicieron quizás era un modo efectivo de marcar cierta postura ideológica (y de acción) hace 40 años. Hoy, con unos recortes y un poco de “maquillaje” es una fuerte provocación o alteración al orden.
Quizás el cuestionamiento fundamental a hacernos en estos próximos años es: ¿que nos aporta esta acción o este argumento?
Al estar inmersos en esa hiper exposición comunicativa, el terreno de batalla que tenemos que conquistar es el de la opinión pública.
Combativos e inteligentes tenemos que lograr hacer ver lo nocivas para las trabajadoras y trabajadores que serán las medidas liberales que van a ir sucediéndose una tras otra. Ya tuvimos una vista previa en el anteproyecto de la LUC. Sabemos que se viene.
Creo en la efectividad de utilizar-como si fuéramos un artista marcial usando la fuerza del rival en su contra- lo nefasto del contenido discursivo de muchos de los dirigentes de la coalición de derecha y hacerlo chocar con -lo que creo ha sucedido en estos quince años a modo de microcambios en la sensibilidad moral oriental- los derechos obtenidos y que hicieron ser de nuestro territorio un ejemplo para varios analistas de múltiples campos en el mundo.
Ahora...para aprovechar esas discusividades-en sentido amplio- hay que lograr tener presencia massmediática en todos los niveles posibles: necesitamos un canal de televisión que sea atractivo para todos (no solo para los que ya estamos convencidos) una radio crítica e inteligente, una postura clara de las y los dirigentes en las redes y calmar dentro de lo posible las agresiones injustificadas  por parte de las y los militantes y simpatizantes y sus espacios personales (aunque resulte ciertamente imposible controlar esto).
Serán cinco años de especial unidad en la fuerzas de izquierda, más cuando el ataque de la derecha neoliberal y conservadora es regional y organizado.
Como si fuera un partido de fútbol 

“pensemos antes de jugar compañeras y compañeros”